jugaba con sus muñecas a ser una princesa, desde pequeña quiso usar ese vestido hermoso para entrar en una iglesia acompañada de un gran amor que le diga cuan importante es y lo especial e indispensable que se ha vuelto para su vida. Y jugando buscaba ese amor, primero entre muñecas, despues en juegos de adolescente y en la vida madura, esa pareja que le ayude a crecer y madurar, ser feliz y respetarse. pero claro que no fué fácil, lloraba por no estar con la persona que amaba, lloraba por ser amada y no poder corresponder, lloraba por un amor que más bien, era un error; pensaba durante las noches en la incomprensión por ese amor.
La vida le puso una prueba muy grande cuando conoció a un hombre casi perfecto, que pese a los constantes desplantes por falta de amor decidió unirse a ella y frente a todos le juró amor eterno y una vida perfecta: una casa, en perro y un hijo. Llegó el gran día con el que soño desde los cinco años, se vestió como una verdadera princesa, calmó su duda frente al espejo con una gran sonrisa y decidió olvidar a su gran amor, que finalmente era un error.
Ese día tan especial, su gran amor fue a buscarla para despedirse y brindarle los mejores deseos en nombre del gran amor que se tienen. Ella la tomó de la mano y después de un "te amo" siguió el camino hacia el altar para encontrarse con su prometido.
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