Ya son casi dos meses de habernos separado y desde ese momento ha habido dias muuy buenos en los que se que tomé la mejor decisión en mucho tiempo; pero tambien ha habido muchos otros en los que paso desde la tristeza hasta el enojo, brincando un poco sobre la ardidez y solo un poco mas por la confusión.
Quería dejar de estar enojada conmigo por haber confiado en ti sabiendo que saldría perdiendo; sin mencionar que cada vez que recuerdo esa llamada me viene una sensación como de toques, pero no del tipo que va y viene en una milesima de segundo, mas bien de esos que van creciendo conforme me recorre desde las muñecas, pasando por la parte interna del brazo hasta llegar al centro del pecho y finalmente una sensación de frio en él; otras veces el malestar era solo por extrañarte, por recordarte o por no asumir que te necesito mas de lo que creí. Tengo dos opciones para liberar tanta energía, pero de verdad que me tienen bastante cansada: vomitar y correr (que no te de gusto si me ves mas delgada).
En fin, el punto es que había hecho un pacto con la vida y el negocio era así: dejar de sentir todo esto a cambio de que cuando me sienta mejor y sea fuerte no te restregue mi felicidad en la cara y mejor aún, no buscar la manera de hacerte daño en algún momento -al menos no intencionalmente, ni siquiera del modo mas discreto posible-. Me sonaba coherente el pacto, pero hasta ahora no me ha llegado respuesta de la vida; sigo amandote y odiandote al mismo tiempo... por tu seguridad no te acerques.
Quería dejar de estar enojada conmigo por haber confiado en ti sabiendo que saldría perdiendo; sin mencionar que cada vez que recuerdo esa llamada me viene una sensación como de toques, pero no del tipo que va y viene en una milesima de segundo, mas bien de esos que van creciendo conforme me recorre desde las muñecas, pasando por la parte interna del brazo hasta llegar al centro del pecho y finalmente una sensación de frio en él; otras veces el malestar era solo por extrañarte, por recordarte o por no asumir que te necesito mas de lo que creí. Tengo dos opciones para liberar tanta energía, pero de verdad que me tienen bastante cansada: vomitar y correr (que no te de gusto si me ves mas delgada).
En fin, el punto es que había hecho un pacto con la vida y el negocio era así: dejar de sentir todo esto a cambio de que cuando me sienta mejor y sea fuerte no te restregue mi felicidad en la cara y mejor aún, no buscar la manera de hacerte daño en algún momento -al menos no intencionalmente, ni siquiera del modo mas discreto posible-. Me sonaba coherente el pacto, pero hasta ahora no me ha llegado respuesta de la vida; sigo amandote y odiandote al mismo tiempo... por tu seguridad no te acerques.